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Claves e implicaciones de los presupuestos para 2021 y 2022

08/02/2021 | India
Claves e implicaciones de los presupuestos para 2021 y 2022

La publicación cada año de los Presupuestos Generales del Estado por parte del Ministerio de Finanzas es uno de los eventos más esperados del año, televisado en directo a nivel nacional y seguido con gran expectación por todos los ámbitos económicos y sociales, esperando ser beneficiados de algunas de las medidas anunciadas. Indudablemente el gobierno del BJP es un maestro en el arte de generar expectativas y manejar la opinión pública a su favor. La gestión de la pandemia no ha supuesto sino una reafirmación del apoyo del país a su líder Narendra Modi, mucho más por su habilidad de proyectar nuevos y ambiciosos retos que por la realidad de convertirlos en realidades.

Las expectativas despertadas este año post-pandemia desde el punto de vista indio, donde el número de casos ha descendido hasta cifras ínfimas, eran enormes, especialmente alentadas por la propia Ministra de Finanzas, Nirmala Sitharaman, quien había anunciado unos presupuestos únicos en la historia.

Sin entrar a juzgar su posición en el ranking histórico, estos presupuestos sin duda han supuesto un punto de inflexión muy importante en la tendencia observada en los últimos años, e incluso décadas. El Gobierno Indio ha apostado de forma determinada por unos presupuestos expansionistas a través de un enorme crecimiento del gasto público, apostando en especial por la inversión en infraestructura y modernización del país, que crece un 34% con respecto a la partida dedicada en los pasados presupuestos. Sin duda estas inversiones son necesarias para el crecimiento del país, ya que India presenta un déficit evidente en relación a otros países de su entorno que compiten como opciones de recepción de inversión extranjera.

Especialmente bienvenidas son las partidas destinadas a la modernización del sector sanitario (con un incremento en su partida económica del 134%) dedicadas en gran parte a la gestión de las vacunas para el COVID-19.

Los presupuestos abren importantes reformas en dos sectores muy importantes de la economía, el sector seguros, que abre a la inversión extranjera hasta un 74% del capital, y el sector energético, que permitirá a partir de ahora la libre elección de compañía eléctrica a los consumidores, rompiendo los monopolios de distribución.

También se anunció con gran fanfarre la privatización de empresas públicas de bandera, como aerolíneas (Air India), bancos (IDBI), compañías petroleras (BPCL), así como organismos gestores de puertos, contenedores, etc. Este movimiento tiene poco de nuevo, pero sirve para reforzar el mensaje reformista de los presupuestos. Todas estas empresas eran agujeros negros para las arcas públicas y bien sabido era el interés del gobierno indio de desprenderse de ellas.

No podía dejar de sobrevolar los presupuestos el nuevo rumbo adquirido por el gobierno Modi, el Atmanirbhar Bharat o India autosuficiente. Esta redefinición proteccionista del Make in India propugna la apuesta del país por la producción local y la reducción de la dependencia del exterior. Si bien las políticas encaminadas hacia la competitividad de la industria local son bienvenidas, su vertiente proteccionista de las ineficacias locales vía imposición de barreras a la competencia internacional, genera gran preocupación entre las empresas extranjeras.

En estos presupuestos ha primado más la búsqueda de la mejora de la competitividad, que la imposición de obstáculos a la libre competencia, para alivio de la comunidad internacional. Pese a haber sido ya anunciados en noviembre, los presupuestos han reservado una importante partida al Production Linked Incentive Scheme, un programa que primará la producción en India de determinados productos en diez sectores estratégicos, entre los que se encuentran el sector agroalimentario (por ejemplo, productos listos para ser cocinados) o el de automoción.

Entre las sombras de los anuncios, está sin duda la imposición de aranceles más elevados a los componentes de automoción, así como a determinados elementos fotovoltaicos. Si bien esta segunda medida tiene como foco penalizar las importaciones chinas, la subida de aranceles al sector automovilístico no es una buena noticia. El gobierno ha argumentado que se tratará de una subida quirúrgica en determinados elementos de escaso valor añadido y para los que existe una producción local garantizada.

Las expectativas de los consumidores sobre una rebaja impositiva, no se vio satisfecha más que para aquellos ciudadanos de más edad que pasan a tener un mayor número de exenciones relativas a ingresos mínimos y a recuperación de fondos de pensiones. Indudablemente para abastecer el caudal de gasto público anunciado el margen de maniobra desde el lado de los ingresos era muy limitado. De hecho, la mayor contrapartida de estos presupuestos expansionistas será un incremento del déficit público hasta un 9.5% del PIB.

En resumen, India apuesta fuerte por convertirse en la economía de mayor crecimiento del mundo, invirtiendo más que nunca en mejorar su competitividad y atractivo al inversor extranjero, pero a su vez, no podrá ignorar los retos que genera este nuevo periodo expansivo, como la desigualdad social, y la contención tanto del déficit público como de la inflación.

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